A L I M E N T A C I Ó N
La hostil agricultura militar-industrial pone en peligro la armoniosa y pródiga asociación con la tierra, práctica de las mujeres que alimentó a la mayoría del planeta durante la historia. La práctica actual dominante da señales crecientes de masculinización que se apropia de recursos y derechos de las mujeres en la agricultura de subsistencia.
Mientras las mujeres han mantenido en supervivencia las semillas durante milenios, la masculinización de la biodiversidad condujo a las tecnologías creadoras de semillas que no germinan luego de cosechadas, obligando a los agricultores a volver a comprar sólo a las mismas empresas cada año, o lo que se llama “tecnología terminator”. La transnacional Monsanto y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos trabajan para mantener este monopolio.
Lo que para Monsanto es una hierba dañina, puede ser comida, forraje o medicamento para el resto del mundo. El ganado en escala industrial consume 3 veces más biomasa que el mantenido ecológicamente, de hecho, 3 veces más de superficie de tierra. Europa, por ejemplo, utiliza en el Tercer Mundo un área 7 veces mayor que el propio territorio para producir alimento para su ganado. Sólo para forraje Holanda se apropió de entre 100 mil a 140 mil Km2 de tierra cultivable y mucho en el Tercer Mundo, igual a entre 5 y 7 veces del área apta para agricultura en la propia Holanda. Por lo tanto, entre cultivos industriales y ganado, aumenta la necesidad de tierras en 400%.
Incrementa la producción de granos y leche en apenas 20%.
La ingeniería genética y el derecho de propiedad internacional roban a las mujeres del Tercer Mundo su creatividad, su capacidad de innovación y su poder de decisión en materia agrícola. Estas mujeres dan la base para la seguridad alimentaria y lo hacen en asociación con otras especies, lo que debe ser preservado y promovido.
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